Archives de catégorie : A propos de…

« Azucre » de Bibiana Candia

La tragique épopée de Galiciens émigrés à Cuba en 1853

« Inspirée par un fait historique méconnu, Bibiana Candia raconte l’embarquement pour Cuba, en 1853, de jeunes Galiciens menacés par la misère, appâtés par la promesse d’une vie meilleure. Mais l’accueil dans les plantations de canne à sucre ne fait que confirmer les difficiles conditions infligées pendant le voyage.

Ils voulaient devenir des hommes, des hommes riches peut-être, mais se découvrent soumis à une impitoyable exploitation, simples marchandises, transportées, rentabilisées.

La poétesse Bibiana Candia a retrouvé dans les archives du Parlement espagnol, des lettres envoyées par certains d’entre eux pour demander de l’aide à leur famille. Puis elle s’est lancée dans l’écriture romanesque de leurs mésaventures en prenant soin de leur donner, avant tout la parole, alternant récits de destinées individuelles et d’expériences collectives ».

Le Monde diplomatique, août 2024

Galicia,1853. El invierno más lluvioso de la historia ha destrozado las cosechas y una epidemia de cólera empieza a hacer estragos entre la población.

Orestes, el Tísico, el Rañeta, Trasdelrío, y el Comido, Tomás el de Coruña y muchos otros rapaces que anhelan un futuro mejor para ellos y sus familias deciden abandonar sus hogares y partir rumbo a Cuba para ganarse la vida en las plantaciones de caña de azúcar. Pero ese viaje les tiene reservado un calvario que sus cándidas mentes jamás habían sido capaces de imaginar.

Azucre es el relato novelado de la auténtica historia de mil setecientos jóvenes que viajaron a Cuba para trabajar y terminaron vendidos como esclavos por obra de Urbano Feijóo de Sotomayor, un gallego afincado en la isla que, aprovechando la situación de necesidad de sus compatriotas, promovió una campaña de colonización blanca y sustitución de la mano de obra llevada desde África.

Estas páginas enternecedoramente hermosas, hipnóticas y evocadoras, alejadas de informes oficiales y fríos análisis, dan voz a los silenciados de este terrible suceso que en su momento constituyó un auténtico escándalo y que la memoria no puede ignorar.

Cuarta pagina de cobertura

Ils sont venus en 2022

À la recherche…

Le rêve de tout passionné de généalogie est de retrouver le lieu de vie de ses ancêtres. Ce désir est encore plus prégnant lorsque l’ancêtre a vécu sur un autre continent. Fouler le sol, marcher dans les rues ou les sentiers du village, profiter des mêmes paysages mais surtout retrouver la maison, toucher la porte, voir le vieux puits ou le vieux banc, sont des sensations qui font revivre le bisabuelo que l’on n’a jamais connu mais qui est présent en nous ; la joie est complète si l’on retrouve des « cousins » qui nous parlent du passé.

C’est tout cela que recherchent les Latinos en traversant l’Océan vers le vieux continent. Certains arrivent incognito persuadés que la recherche sera facile, d’autres s’adressent aux mairies qui les orientent vers les associations, les plus chanceux ont déjà des contacts familiaux grâce à Internet et une dizaine que j’ai aidé auparavant m’annoncent leur visite. C’est avec une grande joie que je les reçois ou les accompagne.

Noemi Peteilh à Baudéan

Maintenant Noemi vit en Espagne et c’est en famille avec son mari et ses fils qu’elle a organisé sa visite dans les Hautes Pyrénées. Elle attendait ce moment depuis deux ans quand nous avons trouvé que Guillaume Péteilh était originaire de Baudéan.

Baudéan au sud de Bagnères de Bigorre n’a rien de particulièrement touristique mais pour Noemi c’est LE village, l’origine. « Ayer estuve alli, no puedo transmitirte la felicidad que tengo, casi no he podido dormir esta noche ».

Catholique pratiquante, ascendance italienne, elle en a profité pour se recueillir à Lourdes. Guillaume son arrière-grand-père revendiquait « être athée et socialiste » au point de refuser queson nom figure sur les actes de baptêmes de ses enfants ; seule Elisa Camu leur mère apparaissait.

Elisa Camu dont nous n’avons pas trouvé l’origine.

Un nouveau voyage pour Noemi !

Noemi parcourant le village de Baudéan
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Le Duvivier – Jean Rioupeyrous forja su destino

De los Pirineos a Montevideo

En suivant son ancêtre embarqué à Bayonne, sur le Duvivier, en 1838, Marcos Cantera Carlomagno évoque :

  • le départ et l’embarquement de Jean.
  • les compagnons de voyage.
  • un passager particulier : Brie.
  • Montevideo en 1838.
  • les déserteurs.
  • le commerce triangulaire.
  • une tentative de fuite tragique.
  • les traversées du Duvivier et de son capitaine Giraud.
  • Pélagie Naze.
  • Jean Riupeyrous forge son destin en Uruguay.

Un emigrante, una nave, un archivo marítimo y el mar.

En homenaje a mi tatarabuelo Jean Rioupeyrous el día de su aniversario.

Mise en scène

Los archivos marítimos de Le Havre contienen las historias de muchos centenares de barcos involucrados en el tráfico civil y comercial francés, que sufrió un notorio incremento a partir de septiembre-octubre de 1836. Los principales destinos en la primera mitad de esa década eran los puertos caribeños, ya fueren los del propio mundo colonial (Guadeloupe, Martinique, Cayenne y Haiti pero también Nouvelle Orléans) como otros cercanos (La Habana, Santo Domingo y Veracruz). En un claro in crescendo aparecen las naves destinadas a la pesca (”la petite pêche”) y a la pesca de ballenas (”la pêche de la baleine”) en los mares del Sur, que implicaban largas ausencias y buenos dividendos. Los viajes a Brasil y el Río de la Plata, por su parte, vivieron una explosión en 1838, al igual que las travesías a Calcuta, Manila, Batavia (antiguo nombre de Yacarta, la capital de Indonesia) e Isla Réunion, o entonces a Terranova, Senegal y Gabón. También se ve un gran crecimiento de los viajes de cabotaje, en sus variantes simple y de larga distancia (grand cabotage). Mucho más esporádicos, sorprendentemente, eran los viajes a Hamburgo, Rotterdam, San Petersburgo, Londres o Nueva York.

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Les morts trouvés – 1806 à 1825 – Primera parte

La historia de la historia

Cada historia tiene su propia historia. La historia de esta historia – corta y desbordante de casualidades – comenzó con la Ley del divorcio en Francia, adoptada el 20 de septiembre de 1792. El principio defendido por sus impulsores era simple: el matrimonio no era un sacramento (es decir algo divino e imposible de romper por el hombre) sino que un contrato social entre dos personas libres. En consecuencia, las dos personas que habían consentido firmar ese contrato también podían disolverlo.

La Nive

Se establecieron como causas para el divorcio el abandono del hogar comun, la incompatibilidad de caracteres, el consentimiento mutuo, la demencia, la ausencia durante cinco años sin noticias (algo especialmente comun entre quienes emigraban), los malos tratos o la condena penal por delitos graves, la difamación pública y el adulterio.

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Les morts trouvés – 1806 à 1825 – Segunda parte

Morir por mala suerte

Dentro del grupo de los muertos vestidos, que era el más importante cuantitativamente, podemos hacer una nueva distinción. Por un lado tenemos a los accidentados, en su gran mayoría víctimas del consumo de alcohol. Este dato es clave y explica porqué tantos marineros caían al agua. A veces, aunque muy pocas, el comisario de turno anotaba en su Procès verbal que alguien ”s’était noyé en allant à bord etant pris du vin”… A esta categoría pertenecían otros grupos de personas que, ebrias, terminaban en el agua.

Pero dentro de la sección ”Tombés dans l’eau” estaban, también, quienes morían por una banalidad, por un mal cálculo o por una desmesurada mala suerte. El miércoles 23 de agosto de 1820, un joven de unos 25 años de edad, conocido como Peillo y nacido en St Jean de Luz, caminaba por la orilla del Nive. Vestía camisa y pantalones de tela negra, gilet rojo, calcetines y zapatos. En sus bolsillos atesoraba dos monedas de seis livres cada una, una de dos francos y otra de un franco, además de algunas de menor valor. También tenía un pañuelo en quadrillé blanco y rojo ”et un couteau à plusieurs lames”.

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Les morts trouvés – 1806 à 1825 – Tercera parte

Suicidios de manual

El 14 de marzo de 1820 fue rescatado del Adour el cuerpo de Jean Cazenave, llamado Gelos por su sitio de nacimiento. El cadaver llevaba meses en el agua y estaba en mal estado. Pero se sabía con exactitud que Gelos se había ahogado el 23 de diciembre pasado. ¿Cómo podía ser conocida la fecha? Porque ese día, antes de tirarse al agua, Gelos había dejado prolijamente acomodados sobre el muelle de Allées Marines el redingot, los zapatos, el gilet y el sombrero. El hombre ya no precisaba ninguna de esas prendas y seguramente pensó que era una pena que las mismas se estropearan. El comisario Duverdier se limitó a constatar los datos nombrados, sentenciando en su informe que Gelos había muerto por submersión.

La decisión de dictaminar que la causa de muerte había sido la submersión era usada incluso en el caso de que varios testigos presenciasen el momento exacto en que alguien se arrojaba voluntariamente al río. El 28 de noviembre de 1814, el comisario Dirassen recibió ”l’avis qu’une personne de tomber où de se jetter dans l’Adour”. Jean Pierre Clerigo, capitán de la nave La Marie Joseph, le informó al comisario que había oído gritos y visto a una mujer que se ahogaba. Ordenó a sus hombres que la rescataran pero las fuertes corrientes lo impidieron, arrastrando el cuerpo en dirección a Allées Marines. Los hombres de Clerigo lograron alcanzarla a la altura de la Verrerie de Blancquignong y comprobaron que estaba muerta. A pesar de eso, Dirassen ordenó que se llevara a la mujer lo antes posible al Hospicio Civil. Todos los esfuerzos hechos por el doctor Etienne Delissalde, cirujano jefe del Hospicio, fueron inútiles: ”la personne était absolument privée de la vie”.

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Les morts trouvés – 1806 à 1825 – Cuarta parte

La poche de Paff

La mayoría de las víctimas eran identificadas por vecinos, familiares o compañeros de trabajo. Varios de los ahogados encontrados desnudos, por ejemplo, fueron reconocidos por sus compañeros bañistas. Pero la larga permanencia en el agua desfiguraba las facciones y complicaba notablemente la identificación de las víctimas. En ese caso, a las autoridades involucradas les quedaba la esperanza de encontrar indicios sobre el muerto en posibles iniciales (”marques”) grabadas en un pañuelo o una camisa o entonces en objetos en el interior de los bolsillos. Justamente los bolsillos eran una valiosa fuente de datos a la hora de fijar una identidad.

Jacques Joseph Delly, de Calais, tenía consigo una amplia documentación. Su larga permanencia en el agua obligó al comisario a secar los papeles antes de poder leerlos y es realmente asombroso que lo haya logrado. Delly había trabajado en la caballeriza de un aristócrata y recibía una pensión mensual de 133 francos. Con el resto de los documentos se habría podido reconstruir su vida. Otros llevaban consigo tantos avisos para el pago de impuestos que cabe imaginar que la mala situación económica hubiese sido el detonante detrás de su decisión fatal.

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Les morts trouvés – 1806 à 1825 – Quinta parte

Cherchez la femme – Petiton et Marguerite

En una ocasión, la pista para seguir investigando, si es que se ambicionaba hacerlo, no la ofrecieron los vecinos ni las vestimentas ni los bolsillos de la víctima sino que su propia piel. El 24 de marzo de 1816 se rescató del Adour un cuerpo masculino. Arnaud Haydot, un portefaix que vivía en Rue Pontrique 12 y que llegó hasta Port de Suzeye, dijo saber que el portador de los tatuajes era conocido como Petiton, batelier en el puerto de Bayonne.

Petiton llevaba puestos una camisa, un chaleco de lana oscura, dos pares de pantalones de tela, zapatos, calcetines de lana, un pañuelo a rayas amarillas, azules y rojas en torno al cuello y otro blanco en el bolsillo del chaleco. Fabien Duverdier le asignó a la víctima ”de 43 a 44 años” de edad y sentenció en colaboración con el doctor Cestac que la misma llevaba entre quince y veinte días en el agua. Una vez desnudado, los presentes descubrieron en el cadaver dos tatuajes. El del brazo derecho mostraba un cuerpo de mujer y la cola de una serpiente, el del brazo izquierdo representaba dos corazones y un nombre de mujer: Marguerite.

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Les morts trouvés – 1806 à 1825 – Sexta parte

Muertes con final injusto

La muerte es inevitable. Más allá de eso, puede también ser esperada o inesperada, temida o por el contrario deseada, incluso por quien la tiene que vivir. A veces, la muerte puede ser injusta. Siguiendo el curso del río Nive, debajo del Pont de Ronde, un vivo y un muerto esperaban al comisario el lunes 19 de mayo de 1811. El muerto, ahogado, era Jacques Ingrand, capitán del Regimiento de Infantería de Línea № 88, nacido en la lejana Pont sur Yonne 41 años antes. ”Après avoir fait retirer son habit d’uniforme, son épée et sa decoration de Légionnaire (…) nous avons pour servir è son inhumation dressé ce procès verbal”. Llama la atención la prisa de Dirassen. Quizás, teniendo en cuenta que un alto oficial del Ejército francés había elegido suicidarse vestido con su uniforme, su espada y su decoración de legionario, es decir con todos los símbolos de su honor personal, lo mejor era echarle la culpa al Nive y finalizar así el trámite. (El uniforme, la espada y la decoración de legionario fueron entregadas a las autoridades militares, el cuerpo fue inhumado en el cementerio local.

Más injusto aún es el destino del cuerpo rescatado del Adour a la altura de Mousserolles el 8 de noviembre de 1812. El ahogado vestía un uniforme militar con botones del vigésimoquinto Regimiento de Dragones, portaba galones de Maréchal de Logis y una decoración de la Legión de Honor. La documentación en los bolsillos confirmó todos esos datos y llevó a los investigadores a pensar que el oficial había estado de servicio en los campos de batalla de España. Pero hay en este caso algo que llama poderosamente la atención, y es que nadie mostró interés alguno en averiguar el nombre del muerto a pesar de todos los datos a disposición. Algunas preguntas parecen obligadas luego de más de dos siglos. Por ejemplo, ¿cuántos Maréchal de Logis con la Legión de Honor pertenecientes al Regimiento de Dragones podía haber en ese momento en Bayonne? ¿Por qué las autoridades policiales no tomaron contacto con sus colegas militares para identificar el cadaver de tal ilustre muerto? Debido a esa indolencia por parte del comisario Antonin Dirassen, el héroe del Ejército francés pasó a la historia como ”Cadavre d’homme inconnu trouvé noyé”. Se merecía más respeto.

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Un testament

Baïgorry

Recherche et texte de Marcos Cantera Carlomagno

Arnaud Broca nació en Bonnut el 10 de diciembre de 1743. En torno a 1770 emigró a Baïgorry y comenzó a trabajar como jardinero en el castillo de Echaux. El 18 de febrero de 1775 se casó, en Bonnut, con Marie Galin. Los Broca y los Galin estaban emparentados y fue necesario un permiso del obispo de Dax. Luego de la boda, la pareja se estableció en la vivienda del jardinero en el castillo de Echaux.

Un año más tarde nació Bernard, con el vicomte Bernard Caupenne d’Echaux como padrino. Luego fue el turno de Francois y en marzo de 1779 nació Marie. Un año más tarde, el 13 de octubre de 1780 vino al mundo Marguerite, cuya madrina fue la vicomtesse Marguerite Caupenne. 

Luego, se desencadenó la tragedia. Marie Galin murió a los 35 años antes de terminar octubre. Arnaud quedó solo con cuatro hijos, de los cuales una tenía un año y la otra dos semanas. Apareció así en escena Marie Barrou, con quien Arnaud se casó, pero la pareja no tuvo hijos. Imagino que Arnaud estaba preocupado por lo que podía pasar con su familia si él moría, así que el 26 de junio de 1788 fue a la casa de Michel Etcheverry para redactar su testamento. A los 43 años, se encontraba « en perfecto estado » en todo sentido, anotó el notario. Es obvio que el motivo de hacer su testamento era prevenir lo que podría suceder, solucionar eventuales problemas, anticiparse a los hechos.

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