Les morts trouvés – 1806 à 1825 – Tercera parte

Suicidios de manual

El 14 de marzo de 1820 fue rescatado del Adour el cuerpo de Jean Cazenave, llamado Gelos por su sitio de nacimiento. El cadaver llevaba meses en el agua y estaba en mal estado. Pero se sabía con exactitud que Gelos se había ahogado el 23 de diciembre pasado. ¿Cómo podía ser conocida la fecha? Porque ese día, antes de tirarse al agua, Gelos había dejado prolijamente acomodados sobre el muelle de Allées Marines el redingot, los zapatos, el gilet y el sombrero. El hombre ya no precisaba ninguna de esas prendas y seguramente pensó que era una pena que las mismas se estropearan. El comisario Duverdier se limitó a constatar los datos nombrados, sentenciando en su informe que Gelos había muerto por submersión.

La decisión de dictaminar que la causa de muerte había sido la submersión era usada incluso en el caso de que varios testigos presenciasen el momento exacto en que alguien se arrojaba voluntariamente al río. El 28 de noviembre de 1814, el comisario Dirassen recibió ”l’avis qu’une personne de tomber où de se jetter dans l’Adour”. Jean Pierre Clerigo, capitán de la nave La Marie Joseph, le informó al comisario que había oído gritos y visto a una mujer que se ahogaba. Ordenó a sus hombres que la rescataran pero las fuertes corrientes lo impidieron, arrastrando el cuerpo en dirección a Allées Marines. Los hombres de Clerigo lograron alcanzarla a la altura de la Verrerie de Blancquignong y comprobaron que estaba muerta. A pesar de eso, Dirassen ordenó que se llevara a la mujer lo antes posible al Hospicio Civil. Todos los esfuerzos hechos por el doctor Etienne Delissalde, cirujano jefe del Hospicio, fueron inútiles: ”la personne était absolument privée de la vie”.

La viuda Marie Cazenave, prima de la víctima, y el comerciante en granos Bernard Barbé, en cuyo hogar la mujer trabajaba como doméstica, la identificaron como Magdelaine Dubois, alias Dannine, de 38 años de edad y originaria de Orthés. Barbé declaró que Dannine trabajaba en su casa de 39 Rue Port Neuf (enfrente mismo a donde hoy está el Restaurant Les Arcades y muy cerca de Chocolaterie Cazenave). Barbé agregó que Dannine se había retirado del hogar ”sans rien dire ver onze heures et n’a plus reparu”. Siempre según Barbé, la mujer no mostraba signos de tristeza pero sí había dado señas de ”mécontentement” por situaciones sucedidas en su casa. Dominique Crémonti, llamado Maito, ”portier de la porte des Allées”, declaró que un hombre y una mujer le dijeron ”qu’ils avaient vû la femme noyée se jetter elle même dans la riviere à l’extremité inférieure du quai, vers le canal du moulin de Çabalec”. Se trataba pues de un suicidio en toda regla y además con testigos, pero el parte policial declaró que ”il est resté évident que la submersion à seule causé sa morte”.

Digamos, entre paréntesis, que la muerte obligó a Bernard Barbé a mantener un contacto regular con las autoridades. Al deceso de su doméstica Dannine en noviembre de 1814 siguió la muerte de su vecina de piso Marguerite Dorete; unos meses más tarde Barbé fue a declarar la muerte de su hijo Pierre-Germain, de un año de edad; en 1820 informó a las autoridades el deceso de su otro hijo, Jean Baptiste Jules, de dos años y nueve meses, mientras que su esposa Marie Pauline Koriat murió en 1828. A Barbé le quedaba solamente una hija, Marie Antoinette, de seis años de edad, y con ella emigró a Argelia, en donde murió en mayo de 1856.

El ejemplo de la muerte de Dannine se repitió muchas veces. Antonin Dirassen fue sucedido en 1815 por Fabien Duverdier, quien a su vez se retiró por enfermedad en enero de 1821 (murió a los 47, menos de dos años más tarde), quedando como sucesor Pierre Soulez-Lacaze. El comisario responsable cambió pues varias veces, pero la tradición de evitar usar la palabra suicidio no. El 10 de abril de 1823 fue encontrado en el Adour el cuerpo de una mujer. Arnaud Biella, que descubrió el cadáver, lo ató a su barca y lo remolcó a Port de Suzeye. No había dudas sobre la identidad de la víctima, llamada Jeanne Josephine Maillet y nacida en Tournai, Flandes. La mujer había residido en Paris, en 110 Rue de Faubourg du Temple, antes de viajar a Bayonne. Biella la conocía muy bien pues había sido el encargado por las autoridades de mantener contacto con ella mientras la mujer permaneció detenida en la Maison de Correction. Jeanne Josephine había recibido, el 23 de marzo de 1823, una notificación de la Policía. Seguramente que atormentada por la posibilidad de un nuevo arresto, la muchacha había ido al Pont de Saint-Esprit y se había arrojado al Adour. Tampoco en este caso se habló de suicidio como causa de muerte.

No faltaba, incluso quien asegurase por escrito sus intenciones suicidas. El 5 de enero de 1825 apareció flotando en el Adour Andrea Bolta, italiano. El comisario Pierre Soulez-Lacaze resumió: ”Et comme il me conste que le dit Sieur Bolta manquait depuis le neuf du mois de Décembre dernier, et que d’après les écrits qu’il avait laisséz lors de sa disparition, il manifestait l’intention de se détruire, nous n’avont pas douté un instante que ce ne fut lui.”

Pero para confirmar las reglas se han hecho las excepciones. Lunes 11 de octubre de 1813. El comisario Dirassen, un médico y el comisario del barrio St Léon, avisados del hecho, se dirigieron a un sitio del dicho barrio de St Léon, en donde ”nous avons trouvé suspendu par le cou au moyen d’une corde (…) fixée à un pommier assez élevé un individu vêtu d’une levite, d’un gilet de drap d’Espagne, brun, d’une chemise de toile, d’un pantalon de nankin”. En el suelo había una corbata de seda negra y un sombrero. La descripción denota cierta elegancia, pero según el comisario el muerto tenía ”aux pieds une paire d’assez mauvais souliers”. Fue identificado como Ferdinand, doméstico de apellido y origen desconocidos. ”Tout annonce que cet homme s’est suicidé”, concluyó Dirassen en un ataque de verdadera sinceridad. Por otra parte, la submersión en el agua era en este caso específico totalmente inocente de la muerte de Ferdinand.

Suicidios clásicos

El viernes 21 de julio de 1809 sonó un disparo de arma de fuego en un apartamento del primer piso del número 41 de Rue Mayou (hoy Rue d’Espagne).

41 Rue Mayou (hoy d’Espagne). En su habitación del primer piso se pegó un balazo en la boca el culottier Jean Baptiste Morel

Como la puerta de la habitación estaba cerrada con llave por dentro, Dirassen y sus colaboradores no podían entrar ”et on n’a pû vérifier n’y la cause n’y les effets de ce coup”. Transcurrido un tiempo no especificado, y como nadie respondía a los llamados, se mandó buscar a un cerrajero. La escena que se descubrió al ser abierta la puerta era dantesca: ”assis encore sur une chaise, la tête penchée en arriere, un cadavre dont nous avons reconnu que la mâchoire droite a été enlevé et jetté sur le plancher, toute la mâchoire supérieure et un gran partie du visage fracassé, nous avons trouvé à son côté un pistolet de gros calibre qui nous a paru fraîchment déchargé. La chemise dont le cadavre était couvert enflammée ainsi qu’un des rideaux des fenêtres. Il nous a paru évident que sa mort est l’effet du coup qu’on vient d’entendre et d’un suicide prémédité.”

Jean Baptiste Pénegre, tailleur, et Jean Content, perruquier, identificaron a la víctima. Se trataba de Jean Baptiste Morel-Belcourt, culottier nacido en Lyon, de 62 años de edad y separado desde hace un tiempo de su esposa. Los testigos ”ont ajouté que sa fin tragique a peu bien d’étonner parce que le dit Belcourt à plusieurs fois annoncé le dessein de se détruire”.

También Nicolas Lité anhelaba terminar con su vida, aunque las autoridades hicieran todo lo posible por impedírselo. El 11 de marzo de 1809, poco más de cuatro meses antes del balazo de Rue Mayou, fue encontrado un cuerpo sin vida en una fosa detrás del Hospital Militar de Bayonne. Era el de Nicolas Lité, capitain réformé de 42 años. Las autoridades del Hospital Militar le dijeron a Dirassen que el militar en cuestión ”se trouvait dans un état d’aliénation” y que ya había ”à différents reprises cherché à se détruire”. Por eso, ”ont avais même pris la précaution de l’attacher, a fin d’empêcher la consommation de ce projet, mais que, s’étant détaché durant la nuit derniere, sans qu’on sache comment il y est parvenu, le dit Lité s’est précipité dans la fosse où il a péri”.

Otro que había decidido suicidarse era Charles Porrino. Cuando Dirassen y sus acompañantes llegaron al barrio St Léon, el 26 de septiembre de 1810, se dirigieron al vasto jardín de una casa. Allí, ”sous une tonelle, nous avons trouvé étendu sur un banc le cadavre d’un jeune homme vêtu d’un capote gris, d’une veste bleue avec boutons de la Garde Impériale, d’un pantalon de toile blanche”. No es difícil imaginar la escena pintada por el comisario en medio de un paisaje otoñal. Y agregó Dirassen en su informe: ”Nous avons trouvé, devant lui, rétenu par l’une de ses mains, un fusil d’ordonnance récemment déchargé; à côté de lui, un papier ouvert avec trois cartouches”. En los bolsillos de su capa, Porrino tenía más cartuchos. ”Nous avons observé que son pied droit reposait sur un long morceau d’os dont l’extrémité atteignait la détente du fusil, que le coup parti sans doute de ce fusil a ponté dans la bouche de ce cadavre, atraversé la partie de la tête au dessus du coronal d’où il s’est écoulé una assez grande quantité de sang. Toutes ces circonstances nous faisons supposer que le cadavre est celui d’un fusilier de la Garde Impériale et que cet individu s’est suicidé”.

Dos oficiales del Regimiento de Fusileros identificaron el cuerpo y le informaron a Dirassen que se trataba de Charles Porrino, de 22 años de edad, ”et de que sa mort les étonne d’autant moins que plusieurs fois il avait manifesté l’intention de se suicider”. Ante esta verdadera avalancha de datos y evidencias, Dirassen calificó en su informe la muerte de Porrino ”comme l’effet d’un suicide volontaire”.

El alcohol y la depresión, dos asesinos seriales

No hay duda alguna que el consumo de alcohol fue causa de docenas de muertes durante el período estudiado. En algunas ocasiones, el comisario de turno anotaba que la víctima había ”tombé dans la rivière étant pris de vin”. Lo mismo se puede decir de las depresiones, si bien esta palabra nunca se hacía explícita por el representante de la autoridad.

Un caso de muerte por ”alcoholismo colectivo” ocurrió en una barraca de propiedad de Dame Lasserre ubicada en Mousserolles. El comisario Dirassen y sus acompañantes llegaron allí ”a demi du matin” el 3 de febrero de 1815. Dos hombres estaban ya muertos, un tercero se encontraba moribundo y un cuarto, de sólo 18 años de edad, fue internado en el Hospicio Civil, en donde falleció a las tres y media de la madrugada siguiente. Los afectados sumaban en total doce personas, todos ellos portefaix. Los hombres habían bebido ”sans moderation” de una barrica de eau-de-vie, sintiéndose mal en el transcurso de la noche.

Como hemos dicho, a la par del alcohol la depresión hacía su obra. El 17 de diciembre de 1806 se rescató el cuerpo de una mujer vestida del Adour. Dos porteuses d’eau, Cathérine Dinhause y Marie Cazenave (que era justamente la prima de Daninne, la doméstica de Bertrand Barbé que ocho años más tarde se suicidaría tirándose al Adour), la identificaron como Marianne, viuda de Loustau, albañil. La mujer vivía en 18 Rue Poissonnerie y había ”annonçait depuis quelque temp avoir l’esprit derrangé”. Marianne llevaba quince días desaparecida de su hogar.

También Manuelle Hiriart, marchande de visita en Bayonne, se sentía deprimida. ”Cette circonstance”, escribió Dirassen, ”a pû occasionner sa chûte dans la rivière et sa mort” en junio de 1808. Cathérine Dufou, habitante en 15 Rue des Basques, estaba muerta en la calle cuando Dirassen y el médico llegaron al lugar el 19 de noviembre de ese fatídico 1808 y comprobaron que la mujer tenía la cara y el cráneo destrozados sobre el costado izquierdo debido a la caída. El marido de la víctima, Michel Dupourtau, declaró que su esposa ”était depuis quelque temps alienée par intervalles et que ce soir, pendant qu’il dourmait lui même, elle a quitté le lit pour se précipiter par la fênetre du quatrième étage dans la rue”. Interrogados dos vecinos en el mismo edificio, uno tailleur y el otro chocolatier, le dijeron al comisario ”qu’ils connassaient déjà l’aliénation de la défunte et qu’ils ont entendu sa chûte ver neuf heures et demi”. Ante estas declaraciones, Dirassen escribió que ”La fin de la dite Dupourtau ne pouvant être attribué à aucun délite”.

Pero el suicidio por depresión no era exclusividad de las mujeres. El 29 de enero de 1810, Dirassen regresó a Rue Poissonnerie, en donde a la altura del número 36 de la misma yacía el cuerpo de Pierre Lesca con el cráneo destrozado.

Deprimido, Pierre Lesca se arrojó por una de las ventanas superiores pese a los esfuerzos de la inquilina de la habitación por impedirlo. Murió en el acto

Marie Barthélemy, la inquilina del lugar, le declaró al comisario que el muerto, sintiéndose mal durante un tiempo, había acudido a ella para que le hiciera sangrías, con la esperanza de mejorar. Y agregó: ”Vers neuf heures et demi a quitté brusquement son lit et s’est précipité par la fenêtre sans qu’elle ait pû l’en empêcher par ses cris d’appel au secours, n’y pour les efforts qu’elle a fait pour le retenir”.

Marcos Cantera Carlomagno

Universidad de Lund, Suecia

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