Laborde Jean

Hasparren / Bonloc

El camino de regreso

El mundo se detuvo para todos, y gracias a esta pausa sorpresiva y súbita que nos dejó pasmados, en el contexto de una vida acelerada que nos obliga a mirar siempre hacia adelante, por primera vez podemos permitirnos mirar serenamente hacia atrás, absorber con calma, cariño y detenimiento cada detalle de nuestro pasado, y con paciente respeto dejar que se abra hacia nosotros.

Finalmente tengo todo el tiempo que necesito para hacer algo que deseo hace un año: honrar a mis antepasados, reconstruir sus historias y acercarme a ellos desde la memoria.

Estos últimos días fue el turno de los franceses y son varios los caminos que me conducen a ellos, tanto del lado paterno como materno, pero hoy mi historia se centrará en éste último: la familia Laborde-Arhex.

Sangre francesa

Mi apellido materno es Laborde y lo porto con orgullo. Un apellido que resuena con frecuencia en las tierras en donde nací, ya que son muchos quienes lo llevan, y una parte se debe a la enorme familia que gestaron mis bisabuelos, Jean Laborde y Martina Arhex.

Según las actas de nacimiento y bautismo, Jean nació el 31 de octubre de 1888 en la maison Chapatandea de un pequeño pueblo vasco-francés de cinco mil habitantes llamado Hasparren, ubicado en el departamento de los Pirineos Atlánticos (antiguamente Bajos Pirineos) en la región de Aquitania, un sitio pintoresco emplazado en un escenario de colinas suaves y campiñas verdes.

Fue hijo de padre desconocido y de Marie-Léone Laborde, una joven de 26 años nacida el 28 de febrero de 1863 en el vecino pueblo de Bonloc, Xetretegia. Fue bautizado el 1 de noviembre de ese mismo año, siendo sus abuelos Jean Laborde y Marie Bidegain, y sus padrinos y su vez tíos maternos, Jean Laborde y Cathérine Laborde.

Hacia el nuevo mundo

Jean emigró a América con 14 jóvenes años de edad, aproximadamente luego de 1902, siendo parte de las frecuentes oleadas migratorias europeas que constituiríael acervo cultural y el crisol de razas que hoy en día es Argentina. La inmigración francesa, (y particularmente de la zona vasco-francesa de los Pirineos), junto con la española e italiana serían las de mayor porcentaje de afluencia en América.

No se conserva el registro de su ingreso al puerto de Buenos Aires, pero es muy seguro que esa ciudad haya sido su único destino final y que su partida se haya realizado a través del puerto de Bordeaux (capital de Gironda a 200 km de Hasparren), punto de emigración de todos los franceses del sur. Una de las cartas menciona su edad en el viaje, por lo cual se estima el mencionado año de 1902.

Una vez instalado en el nuevo continente, dedicó toda su vida al trabajo de las tierras de la enorme Pampa argentina y contrajo matrimonio en Macachín el 4 de abril de 1912 con mi bisabuela Martina Arhex, una joven de 15 años nacida el 30 de agosto de 1896 en Adolfo Alsina (Buenos Aires) hija de Maria Urruti y Pierre Arhex. Este último también francés, nacido en Licq-Athérey, otro pintoresco pueblo ubicado al pie de los Pirineos, en la región de Aquitania, cercano a Hasparren.

Pierre Arhex emigró a América con al menos tres hermanos, Jean-Pierre, François y Marc. De este último se conserva su inscripción en el Consulado de Francia en Buenos Aires, la cual especifica que arribó a Buenos Aires el 8 de noviembre de 1874 a bordo del buque a vapor Liger, procedente del puerto de Bordeaux. Seguramente ese mismo viaje fue compartido por los cuatro hermanos.

Pierre también se dedicaba a la actividad agrícola ganadera, y todo indica que

fue él quien contrató a Jean para que viniera a Argentina a trabajar,ya que era un gran amigo y conocido de la familia Laborde. Sería así que el joven conocería y se enamoraría de su futura esposa.

Jean y Martina se radicaron en la ciudad de Rolón (provincia de La Pampa), donde tuvieron a casi todos sus hijos. Formaron una numerosa familia con 15 hijos. Ellos fueron: María, Juana, Serapia, Carlos (mi abuelo), Argentina, Martina, Jacinto, Pedro, Francisco, Hipólito, Irineo, Juan, Oscar, Raúl y Salvador.

No fue hasta el año 2004 que tomé conciencia de la fuerte impronta que mis bisabuelos habían dejado en la provincia y en el país, cuando mi madre, mis tíos y algunos parientes comenzaron a soñar en reunir a la familia entera, concretándolo el día 7 de febrero de ese año, organizando un fiesta colosal en uno de los salones más grandes de mi ciudad natal, Salliqueló (Buenos Aires).

Decenas de familias y cientos de caras en su mayoría nuevas para mí, viajaron desde todos los puntos del país, con una razón en común: reencontrarse y festejar la vida con la familia que Jean y Martina construyeron.

Reconstruir las memorias

Varios años más tarde, mi madre Nancy Beatriz Laborde, quien siempre mantuvo vivo el interés por los lazos afectivos con Francia, recibió de parte de su tío Salvador Laborde (“Lole”) un regalo invaluable, el cual pasaría a mis manos el año pasado y se transformaría en mi principal herramienta de reconstrucción histórica-familiar más de una década después.

Era un sobre de papel que contenía copias de la partida de nacimiento original de Jean, su inscripción al “Registro de personas extranjeras” en la provincia de Buenos Aires, y nada más y nada menos que las copias de 22 cartas enviadas entre los años 1914 y 1928 por Marie-Léone Laborde (mi tatarabuela) desde Hasparren a su hijo Jean y familia. Solo conservo el original de una de ellas, el resto son propiedad de la esposa e hijos de Salvador.A partir de este hecho fundamental comienza mi apasionado trabajo de surcar este laberinto intrincado, buscando y uniendo piezas de la historia familia.

Las cartas a Jean

Los protagonistas

Las traductoras

La correspondencia fue hecha casi en su totalidad en el idioma español, solo con algunas pinceladas y expresiones en euskera (el idioma vasco-francés), ya que Marie-Léone hacía traducirlas por hispano hablantes del pueblo a pedido de su hijo, para que las mismas pudieran ser leídas por sus nietos y esposa. Solo una se encuentra escrita curiosamente en euskera en su totalidad.

La lengua vasca es un verdadero misterio, un idioma completamente aislado, sin ningún origen indoeuropeo concreto ni lengua emparentada, además de poseer una terrible complejidad gramatical, lo que hace que hablarlo y comprenderlo sea una tarea ardua. La imposibilidad de definir su génesis ha llevado a explicaciones místicas, como son la afirmación de ser la lengua hablada en el Edén por Adán y Eva o la lengua de los habitantes de la mitológica Atlantis.

Lo llamativo en que Marie haya escrito una de ellas completamente en vasco y no en francés, se debe a que según los lingüistas es extremadamente extraño que sea usado de madre a hijo, ya que solo se permitía su uso en relaciones de muchísima cortesía. Según la interpretación de la persona encargada de traducir la carta de Marie, es una muestra de profundo cariño hacia el muchacho.

Las traducciones estuvieron hechas por aficionados, por ello algunas son gramaticalmente difíciles de comprender. Se conserva el nombre de una de las traductoras, la Srta. Mariana Oillataguerre, quien residía en la Maison Urrutia del barrio Labiry de Hasparren.

En general todas las cartas comenzarán con las noticias de salud de la familia, ya que “la salud es el más hermoso y grande placer” según palabras de Marie, y anunciarán acontecimientos políticos, bélicos, sociales, laborales, climáticos, festivos, y siempre concluirán con “fuertes y sinceros abrazos, besos, saludos y recuerdos” a su hijo, esposa y nietos y “esperando su contestación lo más pronto posible”…

En fin, están escritas con una dulce mezcla de ternura, amor, dolor y nostalgia. Algunas de ellas irán acompañadas de retratos familiares, ya que Jean y Martina presentaban el nacimiento de cada uno de sus hijos a través de fotografías. Lamentablemente ninguno de ellos se conserva.

Los remitentes

Son enviadas desde la Maison Harriaco-Borda del barrio Pegna de Hasparren, la casa en la que habitaba la familia, una vivienda de seis habitaciones, cercana a una famosa chocolatería del pueblo según la describía Jean. Propiedad que luego del fallecimiento de todos los miembros de la familia sería heredada por los hermanos Laborde de Argentina, pero que tristemente será perdida ante el gobierno francés a causa de la imposibilidad económica de viajar a Francia para realizar los trámites de herencia necesarios.

Están escritas y firmadas por Marie-Léone Laborde, Salvat Errecart, e incluso “el padrino”. Recordemos que el padrino de Jean era su tío del mismo nombre, hermano de Marie. Era un torero muy exitoso (profesión frecuente en esas zonas), quien había ganado diversos premios, dinero y medallas, presentándose en exposiciones en España, e incluso habiendo sido invitado por el Rey Alfonso XIII de España, “El Africano”, a una exposición en San Sebastián (Donostia).

Salvat, la figura paterna recuperad

Salvat Errecart o Recarte nació en 1854. Era el padrastro de Jean, quien demostraba gran afecto y confianza por el muchacho y a quien trataba como su hijo biológico. Evidentemente habían tenido una estrecha relación.

Según lo expresado por Salvat en las cartas, él mismo vivó 32 años en América del Sur, en la República Oriental (actual Uruguay) y Argentina. Este dato es confirmado por su aparición en el censo de 1895 en Buenos Aires (Capital Federal).Previo a conocer a Marie-Léone, Salvat formó una familia en Uruguay con Manuela Lara, con quien tuvo varios hijos que luego emigrarían a Argentina. Las actas de nacimiento lo acreditan.

Alrededor de 1900 retornó a Europa, conociendo a Marie-Léone y contrayendo matrimonio el 3 de abril de 1902 en Hasparren.

La historia

Las 5 cartas de guerra (1914-1918)

Todo comienza con una borrosa carta fechada del 13 de marzo de 1914, bastante breve y casi rutinaria, lo cual da la pauta de que ha habido otras en años anteriores. Pero un detalle llama la atención, en la despedida final Marie-Léone dice: “…Hijo, nosotros no podemos ir ahora para ahí”. Una frase que demuestra un previo pedido de Jean, y la necesidad de volver a ver a su madre y familia, un deseo que se intensificará en los años posteriores.

En dicha carta se intuía el triste futuro cercano que se avecinaba, ya que Marie menciona que los hijos de “tía Madalena” (Madeleine Laborde, hija de su padre Jean y su madrastra Jeanne-Marie Ospital) están prontos a partir para el servicio militar.

Es en la segunda carta, del 1 de septiembre de ese mismo año que se anuncian las malas noticias: el inicio de “una Guerra terrible en Francia”, en referencia a la tristemente célebre Primera Guerra Mundial, en la cual le informa que se han marchado todos los hombres jóvenes del pueblo incluido su hermano Hippolyte.

El apreciado hermano

Jean tuvo al menos un hermano, Hippolyte Laborde, un personaje del cual descubrir y desgranar su historia fue tan complejo como su vida misma.

Nació en Hasparren el 10 de abril de 1884 en la maison Retirigastenia del barrio Celhay y fue bautizado al día siguiente con el nombre de Jean Baptiste Laborde. Esto se debe a que en aquellas épocas era muy frecuente bautizar a los hijos asignándole nombres muy clásicos (por ejemplo Jean o Marie), por lo general correspondiente a sus padrinos. Si bien ese sería su nombre legal, en el uso cotidiano se implementaría un sobrenombre diferente de origen vasco, en este caso Hippolyte (Hipólito en español).

Al igual que Jean, fue hijo de padre desconocido y fue presentado ante el jefe del registro civil por su abuelo y su madre. Su acta de nacimiento posee una inscripción marginal de gran relevancia, en la cual se aprecia que el día 28 de septiembre de 1906 fue reconocido como hijo legal de Salvat Errecart.

En una de las cartas, Marie-Léone le comenta a Jean que su hermano manifiesta gran felicidad por saber que tiene un nuevo sobrino al cual le han puesto su mismo nombre, de quien posteriormente se transformaría en su padrino. Nos referimos a Hipólito Laborde, nacido en 1921.

Hipólito y la guerra

Su trayectoria como soldado en Francia durante la primera guerra mundial es muy amplia, habiendo ingresado a los cuerpos el 4 de agosto de 1914, siendo enviado a pelear por su país ese mismo año. Su rol militar correspondía al de Chasseur à pied (cazador a pie en español), un puesto destinado a los soldados más ágiles y de contextura física pequeña. Cumplían funciones de espionaje y previsión, alertando del peligro a sus tropas a través del uso de un cuerno o trompeta (corneta) de caza, la cual junto con sus discretos uniformes los caracterizaban

Tan solo un mes y medio después de ser enviado a pelear, el 21 de septiembre, es declarado desparecido en Craounelle (Aisne) una localidad a las afueras de París. Tiempo después se confirmaría que había sido capturado por los alemanes y enviado a la provincia de Pozen (Prusia, Alemania, hoy en día llamada Poznań, actual Polonia).

Permaneció cautivo como prisionero de guerra en la mencionada ciudad durante los largos cuatro años que duraría ésta, desde el 22 de septiembre de 1914, al 11 de noviembre de 1918. Un mes más tarde, el 6 de diciembre sería enviado al nórdico y frío país de Dinamarca, donde sería liberado, pudiendo regresar a su lejano hogar en Francia el 10 de marzo de 1919.

Durante este largo período envió al menos dos retratos de soldado a su madre, quien a su vez los reenvió a Jean y su familia a Argentina. Según lo expresado por Marie, los retratos demuestran el deterioro físico que el muchacho padeció a causa de la mala alimentación y carencias propias del contexto desfavorable.

Maravillosamente y a pesar del exhaustivo recorrido por zonas tan hostiles de Europa, sobrevivió a la guerra, recuperando su rutina de trabajo como panadero en una panadería ubicada en la Maison Péreuil (la cual fue fundada en 1876 y sigue en funcionamiento) en el pueblo de Saint-Pée-sur-Nivelle, sitio en donde residió desde el 27 de junio de 1909 hasta 29 de abril de 1927, momento de retorno a su pueblo natal.

Datos curiosos

Su acta de enrolamiento militar confirma que poseía un certificado de buena conducta, aunque se menciona un pequeño desliz en su reputación previa a la guerra, habiendo sido condenado el 4 de julio de 1910 a 6 días de prisión y una multa de 5 francos por “Rebelión y embriaguez”. (¿Será que nuestro gusto por el buen vino y la cerveza se lo debemos a Hippolyte?).

Nunca se casó ni formó familia, particularidad que molestaba a Marie, quien expresaba irónicamente que “es muy agarrado, quiere más al dinero que a las muchachas”. ¡Apreciación que me hace mucha gracia!

Volviendo a las cartas

Solo hay una o dos cartas por cada año de la guerra, lo cual evidencia que la correspondencia no podía ser demasiado fluida en el contexto bélico.

Todas ellas demuestran mucha ansiedad y desesperación por informar y ser informados. Su contenido principalmente reconstruye la imagen sanguinaria y caótica de Europa, contabilizando la cantidad de jóvenes de

Jean tuvo al menos un hermano, Hippolyte (de quien aún no se sabe el apellido), nacido en 1885, el cual permaneció como prisionero de guerra en Alemania durante los cuatro años que duró la misma. Durante ese período envió diversos retratos de soldado a su madre, quien a su vez los reenvió a Jean y su familia a Argentina. Según lo expresado por Marie, los retratos demuestran el deterioro físico que el muchacho padeció a causa de la mala alimentación y carencias propias del contexto desfavorable. Sobrevivió a la guerra, pudiendo regresar a Francia y trabajando como panadero en una panadería llamada “Sempere” o “Sempé”. Vivía en una ciudad diferente a la de su madre, aunque no se sabe cuál. Nunca se casó ni formó familia, particularidad que molestaba a Marie, quien expresaba irónicamente que “es muy agarrado, quiere más al dinero que a las muchachas”. ¡Apreciación que me hace mucha gracia!

Solo hay una o dos cartas por cada año de la guerra, lo cual evidencia que la correspondencia no podía ser demasiado fluida en el contexto bélico.

Todas ellas demuestran mucha ansiedad y desesperación por informar y ser informados. Su contenido principalmente reconstruye la imagen sanguinaria y caótica de Europa, contabilizando la cantidad de jóvenes de Hasparren caídos, entre ellos algunos parientes y conocidos, (como por ejemplo uno de los hijos de tía Madalena), además de las frecuentes muertes de ancianos durante los crudos inviernos europeos. “… La juventud quedó toda arruinada, algunos muertos y otros estropeados”, palabras textuales de Marie.

También dejarán entrever la paulatina y profunda crisis económica que azotaría a Francia en esos años en donde todo es “cinco o siete veces más caro”.

Luego de estos 4 años turbulentos, el 29 de noviembre de 1918 se conserva una carta que anuncia la feliz noticia de la conclusión de la guerra. Marie aún se mantiene sin noticias de Hippolyte, pero sostiene fuertes esperanzas de reencontrarlo. Una dolorosa etapa comienza a cerrarse.

Deseos de embarque a Francia (1919-1924)

A partir de la carta de 1919, un capítulo de esperanzas y claroscuros se abre, comenzando con la aparición de Hippolyte en Francia, habiendo sobrevivido a la guerra luego de volver de Alemania.

A partir de ese momento, tal vez sensibilizado por todos los tormentos que su familia había atravesado en los últimos cuatro años sumado al cierto alivio recuperado en Europa luego del fin de la guerra, las ideas de Jean de volver a Francia y de llevarse consigo a toda su familia son firmes y concretas.

Entre 1922 y 1923 las cartas demuestran un total impulso tanto de Jean desde Argentina, como de su familia desde Francia de darle confianza y organizar su viaje de retorno al viejo mundo, mencionándose conversaciones con autoridades locales y Consulados para su repatriación, preparación de documentación y expresión de inmenso placer al imaginarse reencontrándose todos.

Tal vez con el objetivo de entusiasmar a su hijo, durante este período son frecuentes las descripciones por parte de los padres de las vivencias festivas del pueblo, como bodas alegres de conocidos y sobre todo detalles de los festejos de Hasparren, los cuales no tenían rival en la zona según ellos. Incluían partidos de diversos deportes, bailes y almuerzos multitudinarios de platos típicos pirenaicos.

Los festejos relatados corresponden a los tradicionales “fiestas delsolsticio de verano en los Pirineos”, eventos centenarios de suma importancia para los habitantes de esas regiones. Constituyen una ocasión para regenerar los vínculos sociales, y están repletos de juegos, comidas colectivas, cantos y bailes folclóricos. Han sido declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2015.

Obstáculos (1923-1926)

Lamentablemente todos estos proyectos y deseos se ven progresivamente impedidos, cuando el 30 de octubre de 1923 Marie manifiesta haber recibido la noticia de que terribles e inesperadas nevadas y temporales devastaron La Pampa ese año, dejando la actividad de ganadería y agricultura muy empobrecida, y evidentemente perjudicando económicamente a Jean y su familia, haciendo imposible viajar a Europa.

Paralelamente Salvat y Marie le explican a su hijo que es muy difícil sostener la vida en Francia en esos momentos, una “Francia apenada” según su propia expresión, debido a que luego de la guerra la recesión económica es innegable, Francia está sumida en las carencias y la falta de trabajo, el costo de vida es exorbitante y hay que hacer esfuerzos inhumanos para sobrevivir medianamente.

A pesar de todos estos factores, hasta 1924 continúan evaluando la posibilidad de viajar y reencontrarse en algún momento, incluso Hippolyte proyecta poner una panadería en sociedad con su hermano. Deseos que permanecerán latentes durante toda su vida, pero que tristemente nunca podrán concretarse.

Durante todo el año de 1925 y parte de 1926 la correspondencia se mantiene de manera frecuente, a razón de una carta cada dos meses. Tal vez el desarrollo de los medios de transporte hizo más veloz la entrega internacional de documentación, además de la ansiedad propia de saber que finalmente el viaje no podría realizarse.

Será en estas cartas que las pocas esperanzas de viajar se desvanecen, estando cargadas de no buenas noticias, como la economía nuevamente afectada de Jean, ahora a raíz de una gran seca en La Pampa, y la ya conocida economía insostenible de Francia, la cual cada vez se profundiza más. Serán frecuentes las conversaciones de dinero, divisas, francos, pesos argentinos y uruguayos, costo de vida, etc.

Es durante el transcurso de este año que ocurren tres muertes. Primero la de Francisco, el “tío político” de Jean. François Arhex era el tío de Martina, hermano de Pierre Arhex, también inmigrante, quien fue uno de los testigos en el casamiento de su sobrina y quien había quedado viudo en 1914. Por otro lado fallece el señor Aldapa, el “antiguo Patrón” de Jean, quien es nombrado en reiteradas ocasiones, sobre quien Jean pide noticias constantemente y quien también se dedicaba a criar toros. Dos meses después fallece dramáticamente su esposa producto del feroz ataque de uno de sus toros. El hecho de que Jean tuviera un patrón deja en claro que el joven ya realizaba un oficio previo a emigrar a América, posiblemente en la actividad agrícola ganadera, su trabajo en Argentina.

Al margen de todo, Marie comenta que su hermana de Paris, una mujer sin hijos, estuvo un mes con ellos en Hasparren. La mujer tenía cinco medias hermanas nacidas en Hasparren; Madeleine, Gratianne, Pauline, Marie y Catherine, aunque no específica cuál es la parisina. Lo interesante es que al menos una de las hermanas Laborde decidió emigrar a la famosa y sofisticada capital francesa, la cual en esa época ya era el ícono mundial del arte y la belleza que conocemos hoy en día.

Algo que también se expresará frecuentemente en las últimas cartas es la edad de Marie y Salvat, su vejez y el cansancio y desgaste propio del arduo trabajo que debían hacer aun siendo ancianos para sobrevivir. Marie escribe una frase muy metafórica y sentida que me enternece profundamente: “estamos ya viejos pero siempre con coraje y guapos, pero son los años que se van, y nosotros con ellos”… Lamentablemente estas últimas palabras se tornarían reales en la primera carta de 1927.

Madre soltera nuevamente (1927)

“…No pudiendo esperar más, no sabiendo qué pensar y medio desesperada empiezo esta carta, pues hace como un año que no tengo ninguna noticia suya…”  Esas palabras abren una de las últimas cartas de esta historia, fechada el 29 de abril de 1927. Una de las cartas más tristes y dramáticas en los 14 años de correspondencia… No solo Marie hace más de un año que no recibe señales de vida de su familia en Argentina, sino que anunciará la dolorosa noticia de que su querido esposo Salvat falleció a los 75 años, justamente el día en que cumplirían 24 años de casados.

Sumado a la desgracia, la familia solo cuenta con escasos recursos enumerados en el relato: tres vacas, diez gallinas y unos cuantos pollos. El invierno había sido particularmente cruel y la población había transcurrido por diversas calamidades y pérdidas.

Ante la situación, el hijo Hippolyte decide ir a vivir a la casa con su madre y dejar de lado sus ideas de panadería. A pesar de la delicada situación, Marie pone todas sus esperanzas en la primavera que se avecina, lo cual demuestra la enorme fuerza y optimismo de la ya anciana mujer.

La despedida (1928)

Más de un año después se recibe la última carta, emitida el 26 de mayo de 1928. Esta está precedida por aquella escrita en euskera, en la cual las muestras de deseos de reencuentro persisten. Marie-Léone escribe “…Si fuéramos ricos ya mismo nos habríamos ido a verte, de todo corazón…”

Ese año, ya recuperada de su pérdida, denota paz, bienestar y tranquilidad. Pide disculpas por no haber podido traducir la carta anterior, ya que no muchas personas hablaban español en Hasparren. En una última muestra de resignación ante la imposibilidad de Jean para volver a su tierra natal, pide una fotografía en el siguiente párrafo: “Me causaría mucha alegría si me mandaran la fotografía de toda la familia, pues no me parece que tendré el placer de verlos personalmente y teniendo su fotografía tendré al menos el placer de conocer a todos mis nietos”. Con ese último y sincero deseo y despidiéndose tiernamente en el párrafo que reza “Los besa con cariño su mamá y abuela, Marie-Léone Errecart”, concluyen las cartas a Jean.

Marie-Léone falleció en Hasparren el 17 de diciembre de 1946, por lo cual es lógico que se haya mantenido correspondencia en los 18 años transcurridos desde la última carta hasta el momento de la despedida, aunque no se mantuvieron registros.

Siempre alejado y añorando su Francia natal, Jean Laborde partiría de este mundo 17 años más tarde, el 9 de agosto de 1963 en Isidro Casanova, Buenos Aires, donde pasaría sus últimos años de vida cerca a algunos de sus hijos radicados allí.

A pesar de que el reencuentro físico nunca pudo concretarse, las almas de madre e hijo se mantuvieron fuertemente unidas y cercanas, y los deseos, recuerdos y esperanzas cruzaron constantemente hemisferios, océanos y continentes, plasmados en amor de papel y tinta.

Reflexión

Quien haya llegado hasta aquí en la lectura significa que encuentra el valor de mantener vivos a nuestros antepasados en la memoria. Sabe que cada una de sus vivencias, buenas o malas, fueron determinantes en nuestra existencia, y que su pasado construye nuestro presente.

Recuerdos

Mi madre no pudo conocer a su abuelo, pero por fortuna fue a Martina con quien tuvo la dicha de compartir gran parte de su infancia, la abuela,de “la trenza larguísima de pelo canoso”, una mujer de enorme ternura según sus vivencias. Son recurrentes sus relatos de hermosos veranos vividos en su casa de campo, durmiendo largas siestas juntas, jugando a las cartas, haciendo las compras en la despensa de “La Fifa Boticelli”, zambulléndose en el tanque, comiendo sandía con cuchara, cazando mariposas en los estanques con ramas de tamarisco o juntando flores silvestres para adornar la casa.

En fin, los más simples detalles son los que se atesoran para siempre en el corazón de un niño.

Jean Laborde, Martina Arhex y su familia

Jean Laborde y Martina Arhex. Souvenir de la fiesta de reencuentro de la familia Laborde del 7 de febrero de 2004.

Martina al centro en el casamiento de su hija Argentina, hacia la izquierda sus hijos Salvador y Carlos

Martina con sus nietos Mónica Liliana y Claudia Laborde

Las casas de la historia

Fotografía actual de la Maison Harriaco-Borda (modernizada) del barrio Pegna de Hasparren, vivienda de la familia Laborde durante el siglo XX

Maison Chapatandea del barrio Celhay de Hasparren, donde Marie Léone dio a luz a Jean

Cartas y poemas

Compleja carta en euskera

Poema a la familia Laborde escrito por Mónica Liliana Laborde en motivo de la fiesta de 2004.

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