Courthiade / Marlats / Ecalle

Siempre me pregunto qué los motivó o qué sueño perseguían mis bisabuelos paternos para tomar la decisión de emigrar a otro país. Sé que ninguno de ellos tenía apremios económicos.

Tampoco sé cuándo ni cómo llegaron a la República Argentina.

Jean Courthiade, nacido en Pécorade, Landes, en 1841 y Catherine Marlats, nacida en Dognen, Pirineos Atlánticos, en 1855, contrajeron matrimonio en la iglesia de Balvanera en Buenos Aires en 1878. Esa es la primera referencia que encontré de ellos en mi país. También ahí encontré el acta de bautismo de la mayor de sus hijos, María Margarita, que tiempo después se casara con Antonio Ferreter y finalmente fijaran domicilio en Rufino, provincia de Santa Fe.

El segundo hijo fue mi abuelo, Juan Carlos Emilio Courthiade, nacido en Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, en 1881. El tercero fue Juan Filistino Luis Courthiade, nacido también en Marcos Paz en 1890.

Lamentablemente Catherine murió a los 35 años, dejándolos huérfanos de madre, y a Juan Filistino con apenas un poco más de cinco meses de vida. Nunca supe que sucedió con él. Sospecho que su descendencia se encuentra en Río Segundo, Córdoba, pero cuando me conecté con ellos parecían no saber nada de sus antepasados. María Margarita y Juan Carlos Emilio siempre estuvieron en contacto y sus hijos se visitaban con frecuencia.

De Jean Courthiade tampoco sé nada. Por el censo de 1895, constaté que la familia aún se encontraba viviendo en Marcos Paz.

Después de esto se produce un bache en mi investigación hasta el matrimonio en Alcorta, provincia de Santa Fé, de mis abuelos Juan Carlos Emilio con Paolina Gozzi, italiana. Ahí nacen Juan, que muere bebé, y María, que apenas tenía unos meses cuando la familia se traslada a Coronel Moldes al sur de Córdoba, donde nacen Elvira Paulina, Ángela Victoria, mi padre Emilio Luis en 1913, Matilde Brígida, Victorio Antonio y Catalina, llamada así en recuerdo de su abuela Catherine. Ella aún vive en Buenos Aires.

Juan Carlos Emilio era maquinista agrícola y viajó a campo traviesa con un pequeño grupo de familias hasta Coronel Moldes, alrededor de 1907, trasladando moderna maquinaria agrícola que ya se fabricaba en la provincia de Santa Fe. Curiosamente, entre esas pocas familias, se encontraban también los que serían mis abuelos maternos Manuel Rodríguez, español y Louise Ecalle, francesa, con su hija Rafaela de tres años. En Coronel Moldes nacen mi madre Isabel Rodríguez, en 1908, y el menor Francisco.

Louise Ecalle nació en 1884 en Mignaloux Beauvoir, Vienne, Poitou Charentes, e ingresó al puerto de Buenos Aires cuando apenas tenía unos seis años, acompañada de sus padres y de sus hermanos Eléonore y Louis. Se establecieron unos años en Chabás, provincia de Santa Fe, donde nacieron Gastón Antonio, María Pablo Casimir y Alejandra. El último de los hijos Hipólito, no sé donde nació.

Lo cierto es que cuando mi abuela Louise se casó con Manuel, su familia ya vivía en Colón, provincia de Buenos Aires, y Manuel estaba radicado en Alcorta.

Manuel y Louise tuvieron una vida acomodada. Manuel administraba las estancias que en esa zona tenían la familia Lacroze y la viuda de Ambrosio Olmos, Adelia María Harilaos. Además era cerealista (comerciaba cereales) y había adquirido un campo. Tal es así que alrededor de 1915 decidió enviar a su familia a Buenos Aires para educar a sus hijos. Francisco regresó antes para trabajar con su padre. Louise y su dos hijas se vieron en la necesidad de regresar a Coronel Moldes cuando se produjo la crisis mundial del año ’30. En esa época a mi madre y mi tía les costó mucho adaptarse a la vida del interior.

A mi abuelo Juan Carlos Emilio Courthiade no lo conocí, murió en 1930 de pulmonía, seguramente a causa de una complicación de la epidemia de gripe de ese año, y sus hijos tuvieron que trabajar muy duro para mantener a la familia.

Pero de mi abuela Louise Ecalle tengo los mejores recuerdos. Ella falleció cuatro meses antes de cumplir 100 años, de modo que pude “aprovecharla” durante mucho tiempo. Ya mayor, como sucede con los abuelos, sus recuerdos se centraban sobre todo en su niñez y juventud, transmitiéndome sus vivencias y las costumbres de su familia francesa.

Mis abuelos y bisabuelos formaron parte de esa enorme masa de inmigrantes que llegaron al país en busca de nuevos horizontes, ilusionados con la prosperidad que brindaba América. Enormes extensiones de tierra fértil y la promesa de paz y trabajo. ¡Y lo lograron! Unos más otros menos, y siempre con un dejo de nostalgia por su tierra natal.

Con su denodado esfuerzo contribuyeron al crecimiento y progreso de nuestra patria.

María Isabel Courthiade

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